Mis Maestros

Mi formación como docente inició con mi vida.
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Soy hijo de dos excelentes maestros que llevaban sus aprendizajes a casa y los aplicaban con migo. Fueron mi primer acercamiento con la docencia de calidad, orientada al desarrollo de competencias aun cuando este modelo pedagógico no había sido establecido.
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Mi transcurso por las primarias (estuve en varias) fue acompañado por maestros que reconocían en mí principalmente la mala conducta, sin embargo recuerdo particularmente a quienes identificaron aptitudes y las supieron aprovechar para contrastar mi conducta y orientar mi atención hacia cosas más productivas… con esto aprendí que al ser consciente de mis capacidades puedo ser más competente en lo que decida.
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Una maestra destaca en mi lista de los que me acompañaron por la secundaria. Ella se preocupaba más (analizando creo que sólo en eso) por la cuestión emocional que por lo que debíamos aprender… comprendí desde entonces que un niño contento puede ser más competente que quien se preocupa demasiado (la comparación no es muy antagónica pero resulta verdadera, aunque puede resultar contraproducente).
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En la preparatoria empecé a poner más atención a mis maestros y su pedagogía: Había uno que impartía física. Él nos presentaba problemas y nos pedía resolverlos sin mayor información que lo que habíamos visto (un dardo lanzado horizontalmente hacia un blanco que cae desde la misma altura al mismo tiempo, por ejemplo); otro maestro nos calificó el semestre con un concurso de periódicos murales. Nos lo informó faltando dos meses y nos dejó organizar (orientándonos) nuestro producto final. Estos maestros, junto con otros que por cuestión de espacio no se mencionan, me ofrecieron el primer acercamiento a la metodología de proyectos.
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En este mismo periodo tuve mi primera experiencia pedagógica al realizar mi servicio social en INEA. Trabajaba dos sesiones de dos horas por semana durante dos semestres con un grupo de 10 niños y 6 adolescentes que, por cuestiones religiosas o de conducta, no asistían a la escuela regular, además había un señor de 32 años cursando la secundaria y un adulto mayor analfabeta. Es el grupo más heterogéneo con el que he trabajado. Aquí me fue necesario buscar estrategias de atención y apoyo para cada caso particular, para cada grado de los que se cursaban, para cada asignatura de la cual presentarían examen… en este periodo aprendí que es más importante saber cómo hacer para que aprendan algo que dominar lo que se pretende que aprendan… Hasta antes de iniciar mi servicio social, desde que inicié la secundaria, yo pretendía ser arquitecto. Este periodo y las experiencias y satisfacciones que obtuve en él hicieron que redirigiera mi vida hacia otro rumbo.
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De la Escuela Normal en la cual cursé no tengo mucho que decir. Aprendí de TODOS mis maestros: los contenidos curriculares de la carrera, las actitudes deseables y las deplorables… algunos de los factores para este extremismo son que cursé el plan de estudios que había sido cambiado hacía tres años, por lo que había maestros que cambiaron internamente su curricula para apegarse a “lo nuevo” y otros que nos tenían toda la hora haciendo planas pues “así lo propone el plan de estudio”. Lo que me fue más funcional (hablando de lo aplicable) es el trabajo vinculando asignaturas.
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Otro de los episodios que moldeó las características de mi práctica docente actual es que desde mi primer semestre en la Escuela Normal empecé a trabajar como Maestro de Música y Movimiento en Preescolar, nivel en el cual se trabajaba exclusivamente la metodología de proyectos. Trabajé de esa manera hasta que, dos años antes de que se implementara la Reforma de Preescolar, el Jardín de Niños en el cual trabajaba (esto es un decir ya que realmente lo disfruto) participó en el pilotaje, así que se nos dio una capacitación exhaustiva con relación al enfoque basado en el desarrollo de competencias.
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Mi primer acercamiento al trabajo en primaria lo realicé con un plan de estudios diferente a en el cual se me había formado. En esa escuela éramos cinco maestros recién egresados y yo era el único en esas circunstancias. Por orgullo propio decidí adentrarme en el conocimiento de Planes y Programas así como en la metodología sugerida para cada asignatura, así que trabajé como se proponía. Sin duda alguna me atrevo a afirmar que no era tan mala como se comenta pues representa, a mi ver, un referente indispensable para la comprensión de la metodología actual.
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Otra experiencia relevante, específicamente para favorecer mi comprensión de la didáctica que se propone en la RIEB, fue el ciclo escolar que trabajé con un grupo multigrado. Eran 18 niños que cursaban 5° y 23 que cursaban 6°. La única manera viable era trabajar por proyectos, utilizando como única biblioteca posible los libros de texto de ambos grados y favoreciendo el trabajo colaborativo.
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En 2008 – 2009 me tocó trabajar con el pilotaje de la RIEB en 5°. Esta representaría mi primera oportunidad real de trabajar en primaria con todo lo aprendido durante mi vida… Todo iba muy bien: la docencia de calidad; mis alumnos se hacían más conscientes de sus capacidades y se hacía más competentes en lo que decidían; les ofrecía un ambiente en el cuál se sentían a gusto y deseosos de estar; trabajábamos por proyectos, casos y problemas; hacía adecuaciones de acuerdo a las características de mis alumnos pues las conocía; diseñaba situaciones didácticas integradoras alternas a las propuestas. Mantenía la comunicación con los padres de familia y me hacían notar los avances que ellos percibían… todo iba bien hasta que la directora me forzó a regresar al trabajo del plan de estudios anterior ya que “tenemos que preparar a los alumnos para ENLACE”…
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Al siguiente ciclo escolar trabajé en otra escuela con un grupo de 3° en una escuela contigua al centro de maestros, que ofertaba el diplomado para maestros de 1° y 6°. Ya que mi aula estaba separada de la oficina administrativa del centro de maestros por una malla ciclónica a 5m. de distancia, me solicitaron correr la voz de que se cerraba el periodo de inscripción y aún había lugares… solicité participar y me admitieron aún sin cubrir el perfil. Fue en este diplomado en donde pude ligar lo práctico con lo teórico, fundamentar y organizar mis aprendizajes y mis prácticas.
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No quiero decir con esto que lo haga a la perfección pero puedo decir que soy competente para el trabajo de la RIEB.